lunes, 25 de marzo de 2013

El diluvio!

Ayer fue un día de viaje. Carretera, gasolinera, más carretera y por fin en la que fue mi casa tanto tiempo... No había mucho tráfico. Tuvimos una buena jornada; cantamos canciones infantiles con los abueliños, dormimos (bueno, durmieron los bebés y la abuela!), y hasta pudimos ver un enorme y precioso arcoiris que nos daba la bienvenida a nuestra terriña! La lluvia nos acompañó gran parte del trayecto, como era previsible...
Cuando entramos en Ourense, los abrigos de la gente invitaban a pensar que la temperatura no era agradable. Plumíferos, botas, bufandas y paraguas, muchos paraguas, aunque estaban cerrados. El agua había dado una pequeña tregua...
Por fin llegamos a casa! Aparqué en el garaje, y la abueliña subió con sus niños a casa. Yo ayudé a mi padre a subir el equipaje: una sola maleta (grande, eso sí...) y las sillas de Mario y Carmen, mi bolso y una bolsa de mano para el viaje con pañales y comida... Cuando llegamos al piso Cris nos abrió la puerta con cara de póker. "Tengo una mala noticia", nos dijo. Yo temblé... Y de repente nos acompañó a nuestra habitación y zas, sorpresa! Una mega gotera justo encima de la cama! Las consecuencias, un trozo de techo caído, la pintura de la pared desconchada, el cabecero de madera empapado y la cama, con sus cojines, almohadones, edredón y hasta el colchón, con una gran marca de agua... Y todo ello impregnado por ese inconfundible olor a humedad que ni el riquísimo ambientador de mi tía Paloma consiguió esconder...
Tuvimos que recolocar toda la habitación. No queríamos arriesgarnos a recibir en plena fase REM del sueño un susto en forma de yeso... Movimos las mesillas de noche y arrimamos la cama a una pared.Cambiamos también la orientación de nuestras cabezas a los pies. Y dormimos... De un tirón. Descansamos toda la noche a pesar del atronador sonido de la lluvia al golpear las cubiertas de los tendederos del patio interior al que da nuestro cuarto... Nos acostamos con esa música y nos despertamos con ella... Y sigue sonando a estas horas... Sin embargo, no sé si es la fuerza de la costumbre, el amor a mi Ourensiño o simplemente las ganas que tenía de estar aquí, pero os aseguro que la lluvia, en Galicia, se lleva mucho mejor!
Así que esta tarde, a pesar del mal tiempo, nos pondremos nuestras botas, cogeremos nuestros paraguas y cubriremos el carrito de Carmen con ese incómodo plástico para efrentarnos al diluvio y conocer, por fin, a la nueva prima Daniela.


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