miércoles, 17 de abril de 2013

Pinta, juega, ríe!

Pintar, jugar y reír son tres de las cosas que, desde que hay niños en casa, hemos vuelto a hacer.
Todavía recuerdo cuando era pequeña; las tardes de los sábados eran mis favoritas. Papá y mamá estaban en casa con nosotras y nos hacían una merienda especial. Mientras, veíamos dibus. Recuerdo los clásicos de Disney, por ejemplo, y cómo yo me repetía para mis adentros que nunca me cansaría de ver dibujos animados. Sería que me sorprendía que mis padres no disfrutaran, maravillados como lo hacíamos nosotras, de aquellas piezas cortas de animación... Y aunque confieso que nunca me han dejado de gustar los dibus, reconozco que al hacerme mayor mis intereses audiovisuales se ampliaron y dejaron menos tiempo para ellos.
Sin embargo, desde que Mario descubrió la animación puedo asegurar que la tendencia televisiva de este nuestro hogar ha cambiado... Porque cuando no son Mickey, Donald o Pluto, es Pocoyó y si no Caillou; pero también vale Hora de Aventuras, Bob Esponja, los pingüinos de Madagascar o Kung Fu Panda...
También recuerdo cuando montábamos las mesitas de pintar en el salón y dedicábamos mañanas (o tardes) enteras a dibujar y colorear. Es otra actividad que he recuperado: la de pintar. A Mario le gusta pintar corazones, coches, motos... y también le gusta pintar la mesa, el sofá, la ropa y ahora la cara! Hoy nos hemos pintado la nariz y unos bigotes muy molones los dos. Y si me descuido, se los pinta también a Carmen!
Con Mario y Carmen también he vuelto a jugar. Hacemos carreras de coches, jugamos con la pelota (con la de colores, con la del Barça, con la de Bob Esponja y hasta con las pelotas saltarinas!), con las construcciones o con los muñecos y peluches. Incluso pongo voces y escondo mi cara detrás de alguno de sus amigos blanditos! Ésto es algo que a la peque le encanta, por eso lo hago... También hago de Spiderman a veces, de tobogán otras, y de cualquier cosa que se le ocurra al terremoto!
Con ellos y por ellos he aprendido a valorar lo que realmente importa. He aprendido a reirme en las situaciones y momentos más desesperados! He aprendido a esperar con paciencia. He aprendido que el agua que salpican fuera de la bañera se seca; que la pintura que se sale de la libreta se limpia; que los juguetes que aparecen por todos lados a cada paso se recogen; y que los momentos que pasamos juntos no vuelven. Por eso he aprendido que lo importante, cada día, es reír, disfrutar, jugar, salpicar y pintar. Ah, sí, y tomar pastel de chocolate para merendar!





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