domingo, 28 de abril de 2013

Cuentacuentos...

Os presento mi nueva ocupación casera. Me he convertido en cuentacuentos. Es algo tremendamente bonito que siempre he admirado. Hacer volar la imaginación de los niños y llevarlos a países lejanos y maravillosos a través de las aventuras más raras que jamás podría haber imaginado...
Desde que me quedé embarazada de Mario, su padre y yo empezamos a comprar cuentos y libros infantiles (y no tanto) cargados de ilustraciones preciosas! A los dos nos gusta mucho el diseño y la ilustración y pensamos que así disfrutaríamos nosotros y el niño (ahora los niños) a la hora de leer cuentos.
Ya cuando Mario era muy bebé le leíamos cuentos por la noche, antes de dormir. Había oido por ahí que a los niños les tranquiliza escuchar la voz dulce de papá o mamá antes de empezar a soñar... Pero he de reconocer que desde que nació Carmen habíamos perdido esta bonita costumbre que hacía que mantuviéramos cada noche un momentito de intimidad, tranquilidad y felicidad juntos...
Ayer, después de un día de compras en el que cayeron varios libros, llegó emocionado a casa con los cuentos. En cuanto terminó de cenar empezó a pedirnos que le leyéramos un cuento. "Cuando nos vayamos a la cama, antes de dormir", le dije. Y un rato después acosté a Carmen dormida y Mario y yo nos fuimos a su habitación. Cogí el libro de cuentos que le habíamos comprado ayer y empecé a leerle el primero: "El patito feo". Al terminar me pidió otro, así que empecé a leer el segundo: "Los tres cerditos". Pero Mario no quería otro cuento. Quería el mismo otra vez, así que volvimos a leer "El patito feo". Después de esa segunda lectura (para aclarar conceptos, supongo...) me pidió que le contara otro cuento. "Pero no esos, mamá! Quiero el cuento de la batería", me dijo. Unos días atrás yo le había contado la historia de unos amiguitos que montaban un grupo de múscia y él tocaba la batería en ese relato... Así que cerré el libro nuevo y le pregunté quién sería el protagonista del nuevo cuento que íbamos a empezar a crear juntos. Me dijo que la princesa y también tenía que tener madrastra y batería... Así, con esos tres elementos, a los que añadimos a Mario y sus amigos del grupo, inventamos un cuento muy bonito que me hizo repetir una y otra vez hasta que se durmió...
Esta mañana, al despertar, mientras papá preparaba café y los desayunos, me asomé a su habitación. Al sentirme abrió los ojos y con una sonrisa enorme me llamó. Me senté en su cama, le di un beso y me pidió que volviera a contarle el cuento...
Feliz domingo de cuentos, historietas y aventuras! Otro día os cuento el cuento de Mario, su princesa, su madrastra y la batería...



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